En la pequeña oficina de la asociación Mujeres Activas Contra el Cáncer del estado de Veracruz (MUAC) donde se celebraba la entrega de 11 prótesis mamarias, el ambiente estaba cargado de testimonios que han resistido el tiempo, la enfermedad y las carencias.
La mañana avanzaba entre murmullos, abrazos y miradas que decían más que cualquier palabra para estas 11 mujeres sobrevivientes de cáncer de mama.
Fue allí donde la señora Lety Peña, originaria de Xalapa, después de 19 años de ingenio y paciencia, recibió una prótesis que se ajusta a su cuerpo como ninguna otra. Durante casi dos décadas se las ideó para fabricar sus propias prótesis con semillas, telas y materiales que encontraba a su alcance; en una ocasión, un familiar le regaló una prótesis pero se le rompió, “No había tenido una tan cómoda como la que recibo hoy, estoy muy agradecida y emocionada, ahorita que me vi en el espejo me siento diferente”, confesó con una sonrisa. En sus ojos había alivio, y también la dignidad de quien no se rinde.
A su lado, la señora Benancia Martiñón, originaria de Soledad de Doblado, dejaba correr lágrimas silenciosas. Al probarse la prótesis ya no se la quiso quitar, salió del vestidor y se reincorporó con el resto del grupo, su voz se quebró: “Tenía tres años de haberme realizado la mastectomía y no había podido adquirir una… mis medicamentos y estudios siempre fueron primero”.
Sus palabras retrataron los sacrificios silenciosos que acompañan esta enfermedad que viven muchas mujeres orilladas a elegir entre la salud, la estabilidad económica y el bienestar emocional.
Mientras los testimonios llenaban la sala, la emoción se entrelazaba también con la gratitud. Porque este día no hubiera sido posible sin un esfuerzo colectivo entre Tamsa, A.C, la solidaridad de las trabajadoras y los trabajadores que apoyaron la venta de alimentos con causa durante la Feria de la Salud 2025, y al trabajo incansable de la asociación MUAC y los proveedores de alimentos. En conjunto se lograron entregar 11 prótesis mamarias a mujeres veracruzanas que las necesitaban.
“Juntos hacemos la diferencia”, recordaba Bety Cruz, responsable de la asociación, visiblemente conmovida. Agradeció profundamente la confianza depositada en esta labor a quienes se suman de alguna manera y subrayó que este logro es un reflejo de lo que ocurre cuando la transparencia, la unión y la empatía se convierten en acciones concretas.
Cada gesto cuenta. Cada aporte suma. Y hoy, en medio de lágrimas, sonrisas y abrazos, el resultado se hizo visible: once mujeres sobrevivientes y resilientes que recuperan un poco de sí mismas, que encuentran alivio, autoestima y esperanza en un objeto que es mucho más que una prótesis.
Porque cuando una comunidad decide acompañar, transformar y sostener, la vida —aún después del cáncer— se vuelve un camino menos solitario y mucho más luminoso.